24 de mayo de 2012

"Butternut Squash" rellena con verduritas



Les cuento que la calabaza a la que yo le digo "calabaza" CUAC! en realidad se llama "Butternut Squash".

En fin, les presento este delicioso y nutritivo almuerzo que preparé hoy. La idea la tuve después pasar por mi verdulería amiga y ver la bandejita ya prolijamente cortadita y presentadita, abajo les pongo una foto para que mas o menos la identifiquen si pasan por la verduleria. Esta receta no les va a demandar esfuerzo les cuento, pero queda delicioso!

Así la encontré en la verdulería.

 Ingredientes:

    1 Calabaza mediana
    100 grs. de choclo
    1/2 Ají morrón rojo
    1/2 Ají morrón verde
    1/2 cebolla
    1 zapallito verde
    2 cebollitas de verdeo
    1 zanahoria rallada
    2 cucharadas de perejil picado
    Aceite vegetal spray, cantidad necesaria
    Sal y Pimienta a gusto


Procedimientos:

Supongamos que no vienen cortadas y lo debemos hacer nosotros.
Cortamos las calabazas a la mitad y le quitamos las semillas.
Con una cuchara le saqué un poco de la carne a una mitad para que hubiera más espacio para el relleno.
Yo le hice algunos tajos a lo largo para que una vez en el horno entre mas el calor a la calabaza.
Después la asé en el horno durante 30 minutos aproximadamente, igualmente iba pispeando y poniendole un poco de agua.
Pico toda la verdura a gusto, algunos prefieren la verdura picada bien pequeña, yo particularmente no la pico tanto yaque me agrada masticarla y además el masticar hace que demore mas en comer la porción y por consiguiente me da mas saciedad.
Una vez que tengo todo cortado a gusto las hiervo al vapor hasta que estén tiernas.
Luego en una sartén de teflón las salteo unos minutos con aceite vegetal hasta que queden doraditas.

En un recipiente coloco las 3 cucharadas soperas de queso untable light y las mezclo con las verduras salteadas previamente, condimentar a gusto. A mi me gusta mucho la "Savora" asi que lo que hice fue agregarle una cucharada. Mezclé todo y reservé.

Una vez que mis calabazas estan tiernas pero doradas las saco del horno y las relleno SIN MIEDO con la crema que logré entre las verduras, el queso crema y la cucharada de "Savora".

Por último llevo al horno unos minutos mas para dorar la mezcla.

Servir y disfrutar.

17 de mayo de 2012

Mi Historia - Mi experiencia.




Desde chiquitita el peso fue un “tema” en mi vida, no tenia sobrepeso pero tenía el máximo de peso y el mínimo de estatura según las tablas de los médicos.



Recuerdo que a los 15 años pesaba 62 kilos, no era obesa pero al lado de mis amigas era una chica con sobrepeso, todas ellas estaban entre los 47 y los 57 kilos aproximadamente.



Yo practicaba mucho deporte en esa época así que mantenía mi peso estable. Debido a varias lesiones y supongo que también por falta de ganas no volví a los entrenamientos, recuerdo que en unos 4 meses subí como 15 kilos que nunca más bajé y me mantuve en ese peso hasta terminado el colegio secundario, ya pesaba 77 kilos aproximadamente.



A los 18 años vengo a Buenos Aires a estudiar, mantuve mi peso de 77 kilos unos cuantos años, también comencé a fumar lo cual supongo me ayudó a no engordar pero se transformó en otro problema y en otra grave adicción, nunca logré, desde el inicio mismo fumar menos de un atado diario.





En Marzo del 2002 y con 24 años me voy a vivir sola (con mi hermano menor). A los pocos meses me pongo de novia y durante la relación engordo unos 17 kilos que jamás vuelvo a bajar, ya pesaba 94 kilos.

Mantuve ese peso varios años y la adicción al cigarrillo aumentaba, fumaba casi 2 atados diarios y trabajaba en casa desde la computadora por consiguiente no había ningún tipo de control en cuanto a la comida ni a los cigarrillos.

A finales del 2007 decido tomar el toro por las astas y me impongo dejar de fumar, bajar de peso, cursar 5 materias en la facultad y conseguir trabajo permanente fuera de mi casa….¿El resultado?...arranco el 2008 con ataques de pánico, no voy a la facultad, no dejo de fumar ni tampoco consigo trabajo.



Voy al psiquiatra y me medican con Meplar y Alprazolam, entre la medicación y la terapia logro reponerme con el correr de los meses pero durante 3 años cumplo rigurosamente con la medicación para el tratamiento.

Muchos pacientes medicados con antidepresivos dicen que aumentaron de peso debido a ello, yo realmente no puedo poner toda la responsabilidad en la medicación porque sé perfectamente lo que comía y realmente eran cantidades enormes de comida poco saludable acompañado de una vida sedentaria, así que no se cuanto de responsabilidad había en la medicación y cuanta era mía.

De los 94 kilos que pesaba arranco el año 2010 pesando 105 kilos y fumando 2 atados diarios pero por suerte aparece el trabajo estable en mi vida nuevamente y eso me ayuda a acceder a una prepaga y a poner un poco de orden a mi vida, ahora tenía una rutina que cumplir.



A mediados de 2010 decido que era hora de comenzar a ponerle un poco mas de orden a mi vida y decido pedir turno con una nutricionista, el 7 de Septiembre voy a ver a la Lic. Salinas en el CEMIC de Belgrano, le digo que quiero bajar de peso, que tengo hipotiroidismo, que me canso, que ronco y que ya no quiero verme así nunca más. Es ella quien por primera vez me habla de la cirugía bariátrica, me nombra algo así como “Manga Gástrica”, “Cirujano Carlos Giordanelli”, "que lo pensara", a lo que respondo que NI LOCA me someto a algo así, inteligente ella, se da cuenta que ni siquiera podía yo pensarlo y no insiste, me da una dieta y antes de retirarme del consultorio me dice que “en caso de que lo pensara…debía que dejar de fumar”.

Me voy del consultorio pensando que “ella estaba loca”, que “ni loca iba a dejar de fumar y mucho menos me iba a someter a una cirugía de esas”. Nunca más volví a verla, pero lo que hablamos ese día se me había marcado a fuego en la cabeza y era tema recurrente en mis sesiones de terapia, obviamente seguía engordando y fumando.
El 18 de Noviembre de 2010 decidí por tercera vez en la vida dejar de fumar, recuerdo que eran las 18 horas estaba en la oficina y me dije, como tantas otras veces: “Este es mi último pucho”.

Los primeros 3 días pensé que me iba a morir, les juro, tuve todos los síntomas de abstinencia, TODOS, me temblaban las manos, tenía un humor de perros, no podía dormir y me comía todo!

Supe que me tenía que aferrar a algo y decidí poner a diario cada logro alcanzado en el facebook, para mi sorpresa a diario recibí el apoyo de mis amigos y de los que no lo eran tanto, siempre palabras de afecto, me daban fuerzas, me decían que no me rinda, que todo se podía en la vida y les juro que eso fue realmente importante para mí y se convirtió en mi salvavidas.

Y así fue gente, ese fue mi último pucho y me siento súper orgullosa de ello.

Así que comprendí que Salinas tan loca no estaba porque después de todo el enojo que tenía al irme del consultorio estaba dando los primeros pasos y le estaba haciendo caso che.
Ni hablar que engordé unos cuantos kilos con la “dejada de fumar” pero por primera vez en mi vida entendí gracias a la terapia que las adicciones se superan paso por paso, que yo no podía pretender hacer todo junto porque mi cuerpo y mi bocho iban a enloquecer como allá por el 2008 y la verdad no quería eso para mí nuevamente, así que decidí darme el permiso de permitirme engordar unos kilos más si era necesario pero que el pucho tenía que ser parte del pasado.

Pasaron los meses y llegué al punto de no querer sacarme fotos, de no querer pasar frente a los espejos, si un hombre me invitaba a salir desestimaba la idea por completo. Nunca había tenido problemas de autoestima pero ahora ya no me reconocía en los espejos, no podía reconocer mis facciones, realmente estaba preocupada.

Decido comenzar nuevamente y por enésima vez una dieta y vuelvo a la Clínica Cormilot, cuando me peso la balanza acusaba 106,7 kilos…pensé que me iba a poner a llorar, les juro, en ese momento me puse a pensar y trataba de entender cómo demonios había llegado hasta ahí.

Como nutricionista me tocó Diego Sivori, si, el bombón de "Cuestión de peso", debo confesarles que sacarme la ropa para pesarme delante de él fue realmente vergonzoso, pero bueno, supuse que no era la primera gorda que él veía en calzones.

Fui a un grupo muy copado durante unos meses pero admito que no tengo paciencia y soy bastante intolerante a los grupos y las multitudes, realmente no es para mí, aunque el grupo era realmente copado.

Bajé unos cuantos kilos que volví a subir en cuanto abandoné la clínica y la dieta, obvio, ¿Nada es milagroso, no?

En Febrero de 2011 me voy de vacaciones a Brasil con mi madre, mi tía y mi amigo Sebas, calculo que mi "clic" comenzó en esa època, a un nivel un poco inconsiente aún. Las fotos de ese verano me resultaron abrumadoras, fué la primera vez que no me reconocí en las fotos.


Se acerca mi cumpleaños número 33, 16 de Junio de 2011, creo que las fotos de mi cumpleaños fueron el CLIC para retomar las riendas de mi vida.
Nos reunimos en la casa de mi madre, como siempre le pedí que me hiciera su deliciosa torta de cumpleaños, a eso le sumamos sándwiches, salchichas con salsa, mesa de picada, flan, gaseosas, etc., una comilona como para 20 personas, pero en realidad éramos 6 o 7 personas, no más. ¡No sobró nada!, ¡Pero nada eh!



Cuando vi las fotos realmente quise llorar, y no recuerdo realmente si no lo hice, había una foto que sacó mi hermano donde había una señora grande y obesa sentada en el sillón de mi madre, tardé unos segundos en darme cuenta, esa señora mayor y obesa era yo, con solo 33 años, recién cumplidos.

 Señora obesa y mayor en el sofà de mi madre.

Me quedé un tiempo prolongado, no se especificar cuánto, mirando la foto y pensando que si seguía así me iba a morir joven y que lo más probable es que nunca formara una familia, que nunca tuviera hijos y lo más grave, que nunca me iba a volver a enamorar y no porque los hombres no me miraran sino porque yo no me permitía pensar siquiera en la posibilidad.
Durante varios meses seguí mirando esa foto guardada en mi PC, solamente la miraba, todavía no sabía muy bien qué hacer ni qué pasos dar primero, solo la miraba, sabiendo a ciencia cierta que lo que veía no me gustaba y que ALGO TENIA QUE HACER Y PRONTO.

Le mostré la foto a mi amigo de toda la vida, obviamente no me dijo nada, calculo que para no mortificarme, solo me miró, ambos sabíamos que significaba esa mirada.
Pasaron algunos meses y decidí que quizás “la operación no era tan mala idea”, quizás la Lic. Salinas no estaba tan loca después de todo.

Casualmente (mi analista diría que no existen las casualidades y cada día que pasa lo comprendo más) el 7 de Septiembre de 2011, a un año exacto de mi primera visita a la Lic. Salinas tengo turno para ver al Cirujano Bariátrico del CEMIC el Doctor Carlos Giordanelli.
Admito que no quise volver con la Lic. Salinas porque sabía que me iba a poner los patitos en fila por haber abandonado el tratamiento y encima haber engordado, así que decidí no verla, hoy me disculpo por ello y voy a consulta con ella regularme.

Fui a la entrevista con todo un “speach” súper  armado pensando que tenía que venderle una historia redondita para que quisieran operarme. Casi no me dejó hablar.

Me hizo 400 preguntas, me miró de todas las formas posibles, leyó mi historia clínica para arriba y para abajo, me volvió a mirar de todas las formas posibles, me hizo más preguntas, me pesó, calculó mi IMC (índice de masa corporal), me hizo jurar y perjurar que no fumaba mas, me volvió a mirar mil veces más, (supongo que era una especie de "rayos x" incorporado que habrá traído de la facultad), ni idea, pero es al menos lo que yo sentí.

Recién ahí me explicó como era el método, me habló de un Bypass Gástrico, de mi IMC, de los problemas que acarreaba tener tanto sobrepeso, de lo que debería pesar en realidad, me habló de los pros y los contras de la cirugía, me avisó que mi vida iba a cambiar para siempre y en forma definitiva, me dijo que debía entender que jamás, nunca más iba a poder comer ni beber como lo hacía hasta entonces y que iba a tener que tomar suplementos vitamínicos de por vida.

Me dijo que era una candidata importante a la operación debido a que había dejado de fumar, no tenía hipertensión ni enfermedades asociadas a la obesidad. Estaban con él durante toda la entrevista dos Lic. en nutrición, Valentina y otra chica mas que no volví a ver. Me dan un régimen, me mandan a hacer 400 millones de estudios y me dicen que si todo sale bien y bajo el 10% de mi peso en 3 o 4 meses me operan.

Pensé que iba a salir feliz de ahí pero la verdad…¡Salí asustadísima! Escuché muchos nunca más y muchos jamás, para una adicta como yo era algo imposible de pensar.

Llevé toda esa información mezclada con angustia a terapia, decidimos que era hora de reforzar las sesiones si quería llevar esto acabo y trabajar allí todos los miedos.
Fueron meses y meses de luchar contra los malos hábitos, la comida, los atracones y los boicots. ¡Dejar de fumar había sido duro pero dejar de comer como lo hacía y no poder fumar fue realmente terrible!

Otro gran “tema” era mi trabajo, pensaba como iba a hacer para plantear la posibilidad de operarme por el tema del post operatorio, las inasistencias, las idas a los médicos, los estudios en horarios laborales, etc. Había leído a muchos compañeros operados y comentaban el problema con sus trabajos por la operación.

Me llené de coraje y fue a hablar con mi jefa, esperando lo peor, claro está.

Realmente debo decir que me tapó la boca, lisa y llanamente, no dije ni tres líneas de mi discurso armado con tanta antelación. Me contó que sabía perfectamente de que hablaba, que su hermana era una obesa en recuperación que se había hecho un Bypass Gástrico, que la vida le había cambiado notablemente, que no lo dudara, que me lo hiciera, que fuera a todos los médicos, que tenía permiso, que ni lo dudara.

Así que ese fue otro de mis discursos que tuve que guardarme para alguna otra ocasión.

Y no solamente me permitieron ir a cada médico y estudio que fuese necesario en horario laboral, también me apoyaron mis compañeras ayudándome con las diferentes dietas que iba haciendo, me alentaban si me veían flaquear y me controlaban de cerca como para que no pierda el rumbo, realmente todos ellos fueron muy importantes en todo este proceso, siempre voy a estar en deuda con ellos.

Me hice todos los estudios, fui a todos los médicos, cada Miércoles a ver al cirujano, todos dieron bien por suerte, estudios de sangre y orina completos, ecografías, ecodopler, espirometría, endoscopía, ergometría, entrevistas psiquiátricas con miembros del CEMIC, electrocardiogramas, ecocardiogramas y no sé cuantos “gamas” mas.

Recuerdo ahora de manera graciosa a la boluda que me hizo la ergometría, me esputó que “estaba en mal estado físico”…casi la mato, le dije que no se a quien esperaba pero que para la próxima le traía a Serena Williams para que le trotara 40 minutos en la cinta, le pedí que se ubicara, que yo era una obesa que se iba a someter a un Bypass gástrico, era obvio que estaba fuera de estado.

Sacando a boludas como esta (que hay en todos lados eh, me cruzo con 2 ò 3 por día), todo salió de maravillas, recuerdo vivir todo el proceso previo a la cirugía como metas o pasos que debía ir cumpliendo para poder acceder a lo que tanto anhelaba.

A medida que se acercaba la época de la “posible” operación yo iba sintiendo una paz interior que jamás en mi vida recordaba haber tenido.

En todo este proceso no quise la ayuda de nadie, sentía que era algo que debía hacer sola, como mujer adulta, sentía que era la primera decisión que tomaba como mujer, sin consultar a mis padres, ellos……. ¡Estaban de atar!

No podían entender ni comprender que yo no los necesitara ahí conmigo, quería ocuparme yo, nadie más que yo. Tuve infinidad de discusiones que no me hacían bien, estaban "insoportables", ¡Querían ir al médico conmigo! ¡33 pirulos tengo! ¡33!.

Por más que patalearan y se enojaran los seguí excluyendo de toda consulta médica, les avisé que iba a hacerse una caminata con los pacientes ya operados por el médico y los que aún estábamos esperando la fecha, que se invitaba a la familia, que si querían podían ir y que esa iba a ser la oportunidad que les daba de conocer al médico.

Hoy recuerdo ese día con mucha gracia.

Mi padre obviamente  llegó como 2 horas antes de lo pautado, no vaya a ser cuestión de que algo se le escapara.

Yo fui en colectivo con mi amigo de toda la vida, Sebas, y su mamá que estaba de visita en la ciudad y se ofreció gentilmente a hacerme el aguante en la caminata.

Mi madre llegó a los pocos minutos y obviamente entre ellos se preguntaban y consultaban sobre quien hablaría primero con el médico y que le preguntarían, realmente era una escena dantesca, por suerte estaba mi amigo que me tranquilizaba para no achurarlos….jajajaja.



Como lo imaginaba le preguntaron al cirujano todo lo que quisieron, que era lo mismo que me habían preguntado a mi meses anteriores y yo les había respondido fielmente con bibliografía y videos de Youtube, pero bue, parece que no es lo mismo si no te lo dice el médico.

Entre los tres se entendieron por lo visto porque cuando le pedí disculpas al cirujano por la cantidad de preguntas que le habían hecho me dijo que mis padres le parecieron “regios”, en fin.

Ese mismo día, el de la caminata, me dan la fecha de operación, 2 de diciembre de 2011. No lo podía creer, me quedé helada, faltaba un mes solamente.

La sensación era una mezcla de alegría con incertidumbre y con terror, recuerdo que me quedé petrificada, no podía despegar los pies del suelo.

Todo siguió en tiempo y forma salvo por algunos contratiempos familiares que no vale la pena contar acá porque son “familiares” y no hacen a la operación en sí, además, convengamos, ¿quién no tiene problemas familiares?.

Arranco con la dieta líquida, yo pensé que me iba a morfar a mis compañeras de oficina, al gato y a mi hermano, todos con Savora y Mayoliva, pero no.

El primer día te querés morir, el segundo no te querés morir pero casi y el tercero ya no te importa nada y ya no tenés hambre y ya no extrañas masticar.

Todo marchaba sobre rieles hasta el día 1 de Diciembre de 2011, 24 horas antes de la operación.

Muchos de ustedes creerán que la psicología no sirve, que son todos unos chantas, etc., está bien, no pretendo evangelizar a nadie a favor del psicoanálisis, cada uno cree en lo que quiere y le hace bien, pero miren que loco lo que me sucedió.

Yo estaba muy enojada con algunas cosas que sentía que me imponían y no respetaban mi decisión…y bue, como dice Moria, "todo lo que entra tiene que salir", a mi me brotó el odio y el enojo y comencé a sentirme mal, así que hablo con el cirujano, le explico que tengo los síntomas de una infección urinaria y voy a la guardia del CEMIC. Dicho y hecho. Se pospone la cirugía.

Estaba furiosa, pero conmigo misma, por permitir que lo que tanto había trabajado se tuviese que posponer, pero a la larga entendí que quizás el 2 de Diciembre no era “mi momento” y que por algo se dan las cosas.

Pasaron los días, superé el 10% del peso que tenía que bajar, lo cual me puso muy feliz y resolví a medias algunas cuestiones familiares que me tenían a mal traer.

El día 20 de Diciembre de 2011 me operaron a las 7:45 AM en el CEMIC de Saavedra, los cirujanos eran el Dr. Carlos Giordanelli y el Dr. Pablo Monti.

Recuerdo que me llevó a la clínica mi padre, me pasó a buscar por mi casa a las 4:30 AM, nunca lo había visto tan asustado, jamás.

Yo tenía una paz tan pero tan grande en el cuerpo que “casi casi” comienzo a creer en Dios ese día, ¡Y miren que soy recontra atea eh!

Cuando llegamos al CEMIC mi padre me preguntó si estaba segura, le dije que sí y comenzamos a caminar por la playa del estacionamiento hacia el edificio de la clínica, les juro que yo flotaba, sentía que volaba, estaba en otra dimensión.

Cuando llegamos al dormitorio rápidamente me puse la bata y cumplí con todos los procedimientos que se requerían para la cirugía, me pesé, 97,6 Kilos, había comenzado el tratamiento con 110,4 Kilos, ya estaba súper feliz.

Estaba tan relajada que hasta tuve tiempo para sacarme fotos en bata y subirlas al facebook mientras esperaba que me vinieran a buscar, estaba ansiosa, me sentía muy preparada y ya quería que suceda de una vez por todas.



Fui a cirugía en camilla, recuerdo que me pasaron por una especie de tuvo en la camilla misma y así ingresé al quirófano, recuerdo que moría de ganas de decirle a los cirujanos que los ambos que tenían puestos eran horrendos, mitad bordó y mitad mostaza, pero fui inteligente y no dije nada, ¡No era el momento indicado para una corrección tan banal!

Recuerdo preguntarle al anestesista si había bebido la noche anterior, si había dormido bien y si estaba seguro de lo que hacía, una atrevida, pero bueno, ¡Quería saber!. Por suerte era un copado e hizo chistes al respecto y el resto es historia porque se me apagó la lucecita….

Volví al cuarto casi al mediodía, dolía, dolía mucho, pero yo me había preparado para eso, estaba fuerte y feliz y podía aguantarme lo que fuera, porque estaba segura de que lo que había sucedido era la mejor decisión que había tomado.

La primera noche fue dura, no dolía la cirugía en sí, dolía la espalda, como si fuese una contractura en la boca del estómago, pedía morfina a cada rato, quería que me saquen las botas que se inflaban a cada 3 segundos porque no me dejaban dormir, pero bueno, nada que no pudiese superar.

Hice pis en el inodoro, nada de chata, caminé y caminé todo lo que me pidieron, no me quejé ni una sola vez, me juré a mi misma que no iba a quejarme, ¡Y no lo hice!.

Me dieron el alta y pasé una semana en la casa de mi madre en Buenos Aires bajo sus cuidados, pasamos la navidad juntos, ellos comieron algo y yo sopita y gelatina, brindé y me dormí otra vez, les prometí que la próxima navidad iba a ser diferente.

Fui pasando cada obstáculo con paciencia y entereza, si crees que es fácil te digo ya mismo que ni lo intentes.

Arranqué el 2012 con drenajes y puntos, tomando sopita de pollo y brindé con juguito light, no me importaba, ¡Estaba feliz!.

A los 15 días me sacaron los drenajes y todo fue mucho mejor, a las 3 semanas de operada estaba nuevamente trabajando y hacía vida normal.

Al mes de operada viajé a Paso de los libres, mi ciudad natal y de crianza para ver los carnavales y a algunos amigos.

Me llamo Natalia, tengo casi 34 años, mido 1,56 metros y peso 69 kilos, soy una obesa en recuperación, vivo en Capital Federal y hace 5 meses me hicieron un Bypass Gástrico que cambió mi vida.



Llevo 41 kilos bajados, ya no ronco, ya no me agito al caminar, pude volver a atarme los cordones, ya no me gritan gorda, los hombres volvieron a mirarme, sigo sin fumar, retomo la facultad el cuatrimestre que viene, ya no tomo medicación psiquiátrica y encontré a un hombre divino que me quiere y me apoya en todo este camino.



Esta es mi experiencia, te la quería contar.


Gracias totales a todos los que me acompañaron en este proceso.